El confinamiento como recurso de aprendizaje
Uno nunca acaba de aprender en esta profesión. En la universidad nos repiten el mantra de la formación permanente como clave para lograr una educación integral acorde con los tiempos que corren.
Un docente tiene que ser dinámico, flexible y fácilmente maleable para adaptarse a una sociedad que avanza inexorablemente (o lo hacía hasta el 14 de marzo) y que está cambiando incesantemente; recordando a Heráclito se puede decir que ningún docente puede educar de la misma manera a un grupo de niños y niñas, porque ni el docente ni los niños y niñas serán los mismos.
Sin embargo, el hachazo tan potencialmente letal que hemos recibido con el Covid-19, tanto docentes como discentes, ha puesto aprueba a todos y cada uno de los miembros de la comunidad educativa.
Tuvimos que esquivar el golpe de forma muy habilidosa y en muy poco tiempo. Todo lo que hasta ese entonces daba sentido a lo que hacíamos se desmoronaba. En tan solo un fin de semana, teníamos que olvidarnos del trabajo en equipo, interacción simultánea, interdependencia positiva o peer-assessment, pues las clases iban a ser a través de una pantalla de ordenador.
Actualmente trabajo en un colegio privado en la zona de la Costa del Sol malagueña. El viernes 13 de marzo tuvimos el claustro más sobrecogedor que habíamos tenido nunca. Todos sabíamos ya lo que nos iban a comunicar: entrábamos en un periodo indefinido de cuarentena, durante el cual teníamos que seguir dando las clases desde casa. El equipo educativo salía de allí con una mezcla de incertidumbre y congoja, y yo no era menos.
Soy tutor de un grupo de quinto de primaria, y maestro de ciencias y arte en inglés. Para mí, la noticia supuso un reto muy atractivo que hizo que mi mentalidad de enseñante se pusiera a trabajar desde el minuto uno. El equipo educativo del que formo parte mostró la misma actitud ante la adversidad, y nos propusimos hacer que esta coyuntura tan complicada fuera un recurso con el que hacer que nuestros niños y niñas siguieran aprendiendo, socializando e integrando valores incluso de forma remota. Queríamos que tuvieran el mejor recuerdo posible de la cuarentena de 2020.
Los inicios fueron complicados ya que nuestras aulas físicas fueron reemplazadas por un código informático gracias al cual la videollamada es una realidad. Por suerte, los recursos de mi centro educativo, así como los de las familias, daba para eso y para mucho más. En seguida tuvimos que familiarizarnos con herramientas online para entregar tareas, dar explicaciones, organizar equipos o mostrar presentaciones.
Pese a las dificultades, el lunes por la mañana a las 8:30, tenía frente a mí los avatares de veinticuatro alumnos y alumnas preparados para dar la clase; con el lío que se formó simplemente para decir buenos días, como para conseguir un espacio de comunicación efectiva para llevar a cabo una clase medianamente decente.
La mejor forma de atajar la situación provocada por la pandemia ha sido convertir sus consecuencias en recursos educativos. Mejorar y reforzar la comunicación en el aula es siempre un área en constante mejora. En el entorno en el que nos encontrábamos, guardar el turno de palabra, la escucha activa, parafrasear y oras habilidades interpersonales cobraron especial significación, lo que desembocó en un aprendizaje más significativo para los alumnos y alumnas. En pocos días, habían establecido un sistema de turnos y unas normas para saber cuándo se podía hablar y cuando había que escuchar a un compañero o al profesor.
Sorprendentemente, la comunicación mejoró mas rápidamente de lo que lo suele hacer cuando hay una interacción presencial, quizá porque la lejanía obligaba a una mayor necesidad. Además, la variedad de canales de comunicación online especializados en distintos tipos y funciones de mensaje, enriqueció el repertorio comunicativo de los alumnos/as: chat, videollamadas, emails, tablones...
Siguiendo con la comunicación, el nuevo entorno de aprendizaje dinamitó completamente un aspecto que considero esencial para el desarrollo integral de los niños y niñas: la interacción simultánea. Siendo un fanático del aprendizaje cooperativo, echaba de menos el poder realizar dinámicas de clase en las que la participación autónoma o la interacción simultánea entre iguales tuviera lugar.
Con los grupos con más habilidades de trabajo cooperativo, fue relativamente sencillo aplicar estructuras más innovadoras para el desarrollo de contenidos. aprovechando la situación como un recurso de aprendizaje. Asignando roles dentro de los equipos, tales como un controlador del tiempo, animador, supervisor o team leader, se pudieron estructurar proyectos a distancia, en los que me reunía únicamente con los líderes de equipo, que escuchaban las indicaciones y después se lo transmitían al equipo entero.
Gracias a las tecnologías, que no son ya tan nuevas, era capaz de ver en tiempo real cómo los equipos realizaban un trabajo de investigación conjunta e incluso de ir entrando en sus videollamadas para ayudar o comprobar que estaba en el buen camino: Si lo pensamos bien, era como ir rotando de equipo en equipo cuando estamos trabajando en el aula.
Mirando atrás puedo estar seguro de que mis alumnos y alumnas han disfrutado de las clases de ciencias y de arte. Estoy seguro que han sido felices también en el resto de asignaturas, porque todo el profesorado estaba volcado en ello. Y lo sé porque la satisfacción ha estado ahí, el aprendizaje ha sido patente y he visto cómo niños y niñas han seguido desarrollándose con una sonrisa en la cara, y con muchísimo esfuerzo también.
Es por ello que lo positivo gana a lo "no tan positivo". Durante el confinamiento ha sido más complicado desarrollar todos los contenidos del curriculum, pero ha habido una infinidad de otros aprendizajes, valores, hábitos, conciencias y pasiones que han nacido o han salido reforzadas.
La necesidad agudiza el ingenio, y en estos meses en los que nos han sacado de forma abrupta de nuestra comodidad del día a día en el aula, los profesores hemos tenido que buscar nuevas formas de motivar, de iluminar, de inspirar y de cautivar las mentes de los más pequeños. Nosotros nunca olvidaremos esta pandemia, por todo lo que hemos sufrido y aprendido, pero, para para las nuevas generaciones, el COVID 19 va a formar parte de sus vidas para siempre.
Era nuestro compromiso como profesores el hacer que quedara un recuerdo lo más feliz posible, pues eso es más importante para el desarrollo afectivo y cognitivo de una persona que aprenderse de memoria la tabla del 7.
¿Lo habremos conseguido? Que no se diga que no nos hemos dejado la piel en ello.
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